— ¿Estás sugiriendo que él la está cortejando, Lunae Luciana? — suelta Lovetta con un toque de sarcasmo.
Luciana no se deja intimidar por la tensión en el aire. Sonríe levemente, una sonrisa que no llega a sus ojos.
— ¿Yo? No. Solo mencioné hechos, Velut Lovetta. Ve quien quiere ver — responde con suavidad, dejando que las palabras floten entre ambas.
— Él me está evaluando como su compañera elegida — dice Lovetta, aferrándose con fuerza a la posibilidad que él le dio.
— Sí, ¿y desde hace cuánto? ¿Un mes? — su voz es irónica, pero no cruel. — Todo este tiempo, y todavía no ha habido ningún avance. Ninguna señal de que te haya elegido, ¿verdad?
Lovetta vacila, las palabras de Luciana golpeando el nervio expuesto de su frustración. Sabe que Luciana está tocando su herida más profunda: el hecho de que, a pesar de todas sus esperanzas y esfuerzos, Miguel no ha dado ningún paso concreto para escogerla como su compañera.
— Pero no me ha echado, sigo aquí, así que sí, sé que me considera.
Lu