ASHTON GARDNER
Desperté con ella entre mis brazos.
La habitación estaba en penumbras. El sol apenas asomaba entre las cortinas de lino, dejando líneas doradas sobre la piel de mi esposa.
Respiraba lento, profundo, como si el mundo no pudiera alcanzarla mientras yo la rodeara.
Su pierna estaba sobre la mía. Su rostro apoyado en mi cuello.
Y mi mano… aún descansaba en su cintura, como si mi cuerpo supiera que ahí es donde ella debe estar.
Anoche fue más que deseo.
Fue más que piel.
Fue volver a nacer en ella.
La forma en que me susurraba “te amo” mientras me recibía. La manera en que sus uñas se aferraban a mi espalda como si quisiera grabarme en su alma. Las lágrimas que se mezclaron con los besos. La rabia. El alivio. El amor… todo se sintió vivo.
Dormir con ella siempre era un placer, su piel, su aroma, era mi lugas seguro.
—Ash… —murmuró, con voz adormilada.
—Aquí estoy, amor.
No abrió los ojos. Se limitó a rozar su nariz contra mi piel, buscando acurrucarse más, si es que eso era p