Capítulo 34.
En ese momento de silencio absoluto de parte de Oleika, Clara aprovechó para hacer acto de presencia.
— Alfa —dijo con un tono sutil cargado de una preocupación visible— no sé cómo manejas esto aquí en la manada, pero te pido por favor que no castigues a esta pequeña ingrata, después de todo, suficiente tiene por no poder ser capaz de mantenerse en libertad por sí misma.
Oleika se giró a ver a la princesa, ¿qué estaba tratando de hacer? Ayudarla, ofenderla, sembrar ideas e el Alfa líder ¿o todas las anteriores?
Malcolm siguió ignorando las palabras de la que sería su futura Luna.
— Pregunté ¿dónde demonios estabas Oleika? debes responder.
Ambiente era pesado, denso y la pelirroja no podía soportar la idea de saber que a pesar de haber sobrevivido a diferentes ataques, a peligros desconocidos y regresar a él estuviera reclamándole en lugar de notar el esfuerzo que había hecho.
Ella apretó las quijadas decidida a no decir nada, no lo merecía.
— Lo lamento Alfa— susurró al mismo tiempo q