La relidad.
Punto de vista de autor.
Su muñeca fue tomada con una mano grande y luego fue jalada hacia atrás con tal fuerza que se estrelló contra él. Selene se congeló no porque él la jaló bruscamente, sino porque ahora mismo, en ese momento, su rostro estaban solo a centímetros que sus respiraciones chocaban entre sí.
Azul inteso, contra negro penetrantes.
Su corazon latio conferozidad en su caja torica que ella estaba segura que se saldria de su pecho.
—No siquiera lo intentes. Solo sobre mi cadáver —gruño el con frenesí.
Fue cuándo sus sentidos volvieron en sí. Selene sé cubrió la boca con la mano, sorprendida y horrorizada de que Dante la engañara para que admitiera la verdad. La miraba con una expresión de puro triunfo. Su lobo brillaba en sus ojos mientras respiraba entrecortadamente. Selene sacudió la cabeza y empezó a retroceder.
—Yo no… Eso no es… —Trató de pensar en alguna excusa.
Dante ya estaba detrás de ella. Merodeaba hacia delante con gracia depredadora y mostraba sus colmi