POV Ariana
Gabriel rompió el beso de golpe. Sus labios, aún tibios contra los míos, se alejaron como si quemaran. Me miró… y negó con la cabeza.
—No sé quién eres —murmuró—. Lo siento.
Sus palabras fueron como un puñal. Dolieron. Más de lo que estaba preparada para soportar.
Se giró, caminando hacia la sala.
—Dormiré ahí —añadió con frialdad.
—No —alcancé a decir, con la voz ahogada—. Quédate… duerme aquí. Yo iré a la otra habitación.
No esperé su respuesta. Me retiré a la otra alcoba con el corazón roto. El silencio de la casa me cayó encima como una lápida. Me senté al borde de la cama y cerré los ojos con fuerza, luchando contra las lágrimas… pero fue inútil.
No lo culpo. No, no es su culpa. Pero tengo miedo. Un miedo sordo, profundo… a no volver a recuperar su amor.
«Sé fuerte», me digo, una y otra vez. «No fue tu culpa». Pero me estoy mintiendo. Lo fue. ¡Claro que lo fue! Yo bebí, sabiendo que no soy buena para eso.
Estaba en la fiesta de despedida de soltera, con mis amigas, las