La reunión terminó, Lebrant no podía estarse quieto, su instinto asesino estaba fluyendo por sus venas, no quería cometer un error como en el pasado, así que se acercó a Santoro.
— ¿Necesitas con vida a tu amigo?
— ¿Qué?
— Lo que escuchaste – lo miró. – Respeto lo que haces, pero no soportare aquí viéndolo a él, ¿lo necesitas con vida?
Enzo sonrió, a decir verdad lo necesitaba con vida, pero su curiosidad era más grande y quería saber cómo actuaría el sanguinario hombre que él conoció.
— ¿Qué quieres que haga?
— Solo agachate.
— ¿En serio?
— Dije que te agaches.
Metió la mano en su saco y sacó un arma dando tiros limpios en las personas, los niños comenzaron a llorar. Lebrant no se quedaría en paz con eso, tomó dos cuchillos y se acercó sólo para apuñalar repetidamente los cuerpos de los hombres.
La imagen de Lebrant cubierto de sangre con una sonrisa aterradora hizo que los niños llorarán aún más.
— Este tipo está demente – sonrió Enzo al ver la masacre que había creado en solo un