-Aidan- escuchó su nombre en cabeza.
El lobo cerró sus ojos y se encontró apartando todo a un lado y solo concentrándose en esa voz.
-Dime madre- tanto su cuerpo como el de su madre se proyectó uno frente a otro.
-¿Estás seguro de lo que vas a hacer?- la voz de Lukyan era preocupada aun con su porte firme de siempre.
El lobo menor asintió con la cabeza.
-No puedo dejar a Lucian solo- se pasó la mano por la nuca- Es mi compañero.
Lukyan lo comprendía.
-En eso eres igual a mí, hijo- sonrió de lado- Incluso cuando estaba al borde de la muerte prioricé a mis seres queridos en vez de mi bienestar- recordó cuando casi muere congelado en la nieve después de escapar de Sylas, y él solo le preocupaba que el antídoto contra el veneno que atacaba a su esposo e hijo llegara a ellos en el momento indicado.
-Siempre me dicen que solo me parezco a ti en apariencia, algo de tu carácter debo haber heredado- Aidan sonrió suavemente.
-Eres más parecido a mí de lo que te imaginas- después de todo las dos