Un encuentro inesperado.
Narrador.
Loreley se quedó con el aliento helado al ver que ese hombre parado enfrente suyo es la causa de que cada noche tenga sueños eróticos y a la vez el causante de un dolor sórdido que no desaparece de su pecho y odió en ese instante encontrarlo atractivo a pesar de que Fernando solo debe provocarle odio y desagrado por lo perverso que ha sido con ella. Y su subconsciente le jugaba una mala broma al hacerle notar que Fernando se ve hermoso con esos flequillos que caen sobre su frente y esa actitud fría que demuestra.
«¿Qué hace él aquí?», inquirió en silencio; una pregunta que para empezar debía hacérsela a él, y cuando al fin fue capaz de poner en orden sus pensamientos.
«Esta mujer no conoce de límites, de seguro quiere plata e investigó mi dirección», pensó Fernando suponiendo que Loreley estaba ahí para sacarle dinero e instintivamente se pasó la mano por la pequeña cicatriz que se le creó luego del gran golpe que ella le dio la última vez que se vieron.
Fernando volvió a re