Narra Loreley.
Ahora no quería despertar, sin embargo, de un momento a otro Fernando desapareció de mi alucinación o sueño, puesto que no sabía de qué manera debía nombrar lo que me estaba pasando. Volví a mi realidad una vez que abrí los ojos quedándome pasmada en cuanto sentí a Alfonso a mi lado totalmente desnudo, restregando su hombría entre mis glúteos y con sus dedos dentro de mi cavidad vaginal.
—¡Aléjate desgraciado! — le exigí removiendo sin tener idea de cómo me había desnudado o de cuando vino a este dormitorio. Con su otra mano me tenía abrazada y con una pierna subida sobre las mías inmovilizaba mi cuerpo.
—Coopera amor. Mira nada más lo húmeda que estás por mi— celebraba un triunfo que claramente no le pertenece y me irrita saber que me encontraba excitada por el sueño que he tenido y él estaba aprovechando para regocijarse y sentirse muy macho cuando no me provoca más que asco.
—Tú nunca has logrado ponerme tan cachonda, no hagas fiestas con piñatas ajenas.
No nec