Capítulo veintiuno

La gente iba llegando. Bartolomé los recibía con mucho gusto. Eran tiempos complicados. La imagen de Yrigoyen estaba cayendo como si de un paracaidista se tratara. La situación económica no era la mejor. A fines del 1929, la bolsa de New York había caído y el Presidente Yrigoyen decidió cerrar la caja de conversión con el fin de evitar la salida del oro. Ya no tenía mucho apoyo y la situación llegaba a límites que fueron predichos por la oposición e incluso ellos mismos.

-¿Ya llegaron todos? –preguntó Filomeno.

-Todavía no Sr. –contestaba Bartolomé.

La gente seguía entrando como si fuese un verdadero caudal de agua. La casa de Filomeno, a comparación de la última vez que Bartolomé la había visitado, creía que se encontraba en mejores condiciones, dignas de hacer algún que otro acto allí.

-Craviotto, si no llega gente, empecemos con la reunión.

Bartolomé acató las órdenes de su superior y cerró las puertas de su casa. Comenz
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