Flor Pérez
Todos regresamos a casa luego de aquella velada, mis pequeños se habían quedado al cuidado de una nana. Sin dar muchas explicaciones, una vez llegando, me dirijo a la habitación donde mis hijos dormían.
Ya dentro de aquella habitación blanca llena de peluches y juguetes, estaban mis pequeños, durmiendo plácidamente. Ellos no podían imaginar el tremendo remolino de emociones que llevaba dentro y que intentaba disipar con solo verlos.
Aquel hombre sin corazón intenta obligarme a volver con él, porque eso es lo que quiso decir hace rato, volver, ¡Maldita sea!
¿Cómo demonios les voy a decir a mis hijos que tiene un padre sin corazón? ¿Cómo les digo que ese maldito hombre los quiere conocer? No, para comenzar, ¿Cómo demonios aparece y cree que todo está normal?
¡Dios! Han pasado 6 años, él debió haber hecho su vida o, por lo menos, debió regresar a la vida que tenía anteriormente. Ni siquiera debería desear el pasado, entonces, ¿Por qué insiste en el matrimonio del que él se arre