Flor Pérez
- ¡Gracias, Blanca! Creo que tenías razón… -digo al salir del consultorio.
- Tere, tú sabes que te aprecio y te veo como una hermana, es obvio que me preocupas. Siempre voy a estar cuando me necesites y te voy a tener que jalar las orejas cuando sea necesario. -dice con toda la calma posible.
- ¡Blanca!
- ¿Qué? ¡Es la verdad! Ahora vamos a casa, que Matías debe estarse volviendo loco con los niños.
- No lo creo, ¡Adora a los niños…!
- Sé que fue tu primera sesión, pero, ¿Te ayudó en algo para lo que estás viviendo en este momento?
- Hmm… Solo puedo decir que hay muchas cosas en las que debo pensar.
- Bien, ahora no lo dejes, no es un proceso mágico, lleva tiempo, pero eso a la larga te dará tranquilidad. -dice mientras subimos a mi auto para ir a casa.
Blanca y yo, vamos por el camino, platicamos de cosas triviales, me pregunta por los invernaderos, le digo que van viento en popa, le pido que vea fotografías que tengo en mi móvil, mientras yo conduzco y, por momentos, piens