Cuando finalmente recobré la conciencia, me encontré sumida en una neblina de confusión. Mis pensamientos estaban dispersos, y me resultaba difícil entender lo que estaba sucediendo a mi alrededor. No lograba recordar absolutamente nada de lo ocurrido antes de despertar. Me sentía desorientada y aturdida, tratando de reconstruir los fragmentos de mi memoria perdida. Fue entonces cuando noté la presencia reconfortante de Miguel a mi lado, lo que me brindó un poco de calma en medio de la confusión.
— Alma, soy Miguel Cervantes. ¿Puedes oírme? — Miguel pregunta preocupado por mi estado, intentando establecer contacto.
— ¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy? — Pregunta alarmada. — inqueri confundida y ansiosa por respuestas. — Por favor, quiero ver a mi bebé.
Fingí varias lágrimas, y en ese momento Miguel acarició mi rostro deteniéndome y sostuvo mi brazo cuando intenté moverme.
— Por favor, no te muevas. — Dice Miguel, tratando de mantener la calma y controlar la situación.
— Quiero ver a mi hij