Akira nos trajo a la casa y le dije que me esperara. Los hombres de Akira no se veían por ninguna parte, ¿Qué pudo haber pasado?
—Lisa, hay que sacarlos a todos de aquí. Ese pendejo sabía la dirección de esta casa. Si dejamos a nuestra familia aquí, los van a venir a matar.—Tienes razón.—Empaca tus cosas y perdóname por siempre tener que arrastrarlas a esta maldita situación— se veía muy triste.—Oye, eres mi esposo y prometí estar en las buenas y malas contigo, tonto. Después que estemos junto a ti nada malo va a suceder. No tienes que sentirte culpable, no tuviste la culpa de nada— lo abracé, intentando hacerle borrar esos pensamientos absurdos que tiene.—Te amo, lisa.—Mírame— agarré el cuello de Akira, obligándolo a mirarme&mdash