Al escuchar la pregunta de Manuel, María se quedó atónita, sin entender completamente el significado de sus palabras. Tomó una profunda bocanada de aire y, vacilante, dijo: —Salí a comprar alimentos en el supermercado.
La mirada fría y penetrante del hombre se posó firmemente en ella, y de repente emitió una risa suave y baja.
—Además del supermercado, ¿a dónde más fuiste?
—Yo… no fui a ningún otro lugar.
María se sintió incomoda bajo su mirada intensa, su piel experimentando un escalofrío que la hizo encogerse involuntariamente, y le preguntó con ansias: —¿Qué quieres decir con eso?
No podía entender por qué, justo después de que él regresara de la empresa, con un ligero aroma a alcohol, la estaba interrogando de manera tan insistente.
¿Acaso sabía que ella había ido al crematorio por el asunto de Nicolás?
Pero eso no tenía sentido.
Antes de irse, le había advertido a Sebastián y Daniela que guardaran silencio, asegurándose de que nadie revelara la información a Manuel.
—Sólo necesi