Capítulo 30. Celos
Capítulo 30. Celos.
Nada más cerrar la cortina, me metí rápidamente en la cama. No sabía si Lucien me había visto asomarme, aunque esperaba que no lo hubiera hecho; algo dentro de mí me decía que él me había visto.
No pasaron ni cinco minutos antes de oír sus pasos en el pasillo. El aire del dormitorio pareció espesarse justo antes de que abriera la puerta de golpe. Sabía que estaba furioso, y eso me aterraba. Por nada del mundo quería volver a ese maldito calabozo.
Lucien entró sin decir palabra al principio, con los ojos encendidos de rabia y la mandíbula apretada. Se detuvo frente a la cama, observándome como un depredador que ya sabía que su presa no tenía escapatoria.
—¿Qué hacías mirando por la ventana, Emilia?
Me removí bajo las sábanas, fingiendo confusión. —¿Qué? No sé de qué me hablas...
—No me mientas, Emilia —su voz sonó cortante, peligrosa—. Te vi. Y no pretendas que no sabías quién estaba ahí conmigo.
Tragué saliva, intentando mantener la compostura. —Solo miré u