61. Muérdago y cumplimiento.
El bosque invernal era un mundo de silencio y blancura, roto solo por el crujir de la nieve bajo las pezuñas de los caballos y el sonido apagado de sus propios pasos. Evdenor cabalgaba un par de metros por delante, su espalda era una línea rígida de tensión, su mirada perdida en un horizonte interior mucho más tormentoso que el paisaje gélido. Desde que habían partido, no había pronunciado una palabra. La cacería, supuestamente para despejar la mente, se había convertido en un exilio autoimpuesto.
Eryn lo seguía, sintiendo el peso del silencio como una manta mojada. Sabía que algo andaba mal, más profundo que los problemas con Celestine o la reorganización del escuadrón. Pero, no sabía que era y Evdenor parecía no tener la intención de compartir con él lo que le tenía tan mal.
Había visto a Lioran y Ralion intercambiar una mirada de complicidad antes de desviarse con una excusa débil sobre cubrir más terreno, huyendo del aura glacial del príncipe.
Siendo los gemelos los únicos caba