Velan entró en la oficina de Luciano. Él la había mandado a llamar y ella sabía muy bien por qué. Aquella conversación que había tenido con Rebecca, no se la iba a perdonar. Respiró profundo antes de enfrentarse a su amado. Lo encontró sentado en el escritorio mostrando un rostro serio. Usaba sus característicos guantes blancos y eso era una mala señal para ella, pues quería decir que no se enfrentaría al Luciano que era su amante, sino al Dr. D que era el jefe de la mafia.
– No te sientes –ordenó en cuanto llegó hasta su escritorio–. Quédate de pie. Nuestra reunión no será aquí –ella tragó duro.
– Señor…
– Has intentado traicionarme –la interrumpió molesto.
– No señor, jamás haría algo así.
– Quisiste revelarle mi identidad a Rebecca –ella respiró profundo, pero hizo silencio– pensé que podía confiar en ti.
– Si puede confiar en mí, se lo he demostrado –los labios comenzaban a temblarle.
– Después de esto, no sé si podré volver a hacerlo.
– No fue mi intención ofenderlo señor