38. Recuerdos que duelen - La revelación de la verdad
— Como que tu pequeña Ava, porque hablas de ella con tanta confianza — estupefacto al ver como hablaba de aquella niña le cuestione, pero la respuesta que surgiría a partir de allí me daría sin dudas mucho que pensar y sobre todo que sentir.
— Antes de nuevo te pregunto, realmente no me reconoces.
— Porque tendría que hacerlo, no entiendo que viene eso al caso Manuel.
— Alexander, tiene mucho que ver.
Christian y yo no hacíamos nada más que verlo en tanto escucharlo mientras que de vez en cuando interrumpíamos esperando a que de él llegara a surgir alguna frase realmente relevante o que constara realmente con sentido.
Cuando ese momento llego, yo no sabía qué hacer, que pensar o cómo comportarme, y fue tanto el absorto que aquellas palabras dejaron en mí que por un momento yo podía llegar a ser confundido con cualquier pieza de arte carente de vida.
— Alexander soy el señor Carlos Vargas, el abuelo de Ava, con quien hablaste hace ya unos cuantos días y quien te invito a venir de nuevo