Ante ella rogué y rogué desesperado e inquieto y tanto fue mi querer, que en una de esas me atreví incluso a arrodillarme delante de ella, mientras con insistencia tiraba un poco de su ropa.
— Por favor es lo único que te pido, no permitas que me muera tomado por esta agonía.
Ante ella volví a bajar la cabeza y casi como si aquello se tratase del mejor ruego jamás pronunciado finalmente María algo molesta y alegre a la vez comentó.
— ¡Ahs! Ya déjame bien te lo diré.
— Enserio harías eso por mí.
— Contal de que me dejes en paz pues sí — indico aquella con algo de seguridad — bien Alexander, Milena dijo que iría a la terraza superior, quería estar sola un momento y ese lugar es el más tranquilo que aquí se puede llegar a encontrar luego de que se hizo la remodelación del segundo nivel, los empleados no van hasta allá a menos de que sea algo necesario por lo que suele ser un lugar bastante solitario.
— Y como llego hasta allá.
Mar