El Retorno De La Matriarca Dormida
Las puertas de la ciudadela del castillo de Masquerade se abrieron de par en par con un lamento suave, como si las viejas estructuras sintieran el peso de lo que regresaba.
Damian avanzaba con Alessia en brazos, envuelta en un manto oscuro con bordes dorados que parecía latir al ritmo de su corazón. La sangre ya no manchaba su cuerpo y la herida que le atravesó el costado había sido sellada por el poder residual de las hadas y los hechiceros. Sin embargo, su respiración era profunda y pausada, casi imperceptible, como si el mundo no la tocara.
Los habitantes de la fortaleza, soldados, sirvientes y consejeros se apartaban a su paso, inclinando la cabeza, no sólo por respeto… sino por el silencio sagrado que se expandía alrededor de ellos. Su matriarca regresaba a casa, pero esta vez pagando un precio por protegerlos.
Sasha caminaba junto a su hermana, con las manos manchadas de energía todavía vibrante. Había abierto un portal para que los reinos unie