Un nuevo amanecer trajo consigo la misma rutina disciplinada en la Universidad de Hamburgo. Puntualmente, la alarma resonó a las 6:00 de la mañana, indicando a los estudiantes que era hora de despertar y prepararse para otro día de aprendizaje.

Minutos después, los pasillos se llenaron con el murmullo de los jóvenes dirigiéndose al comedor para disfrutar de un desayuno nutritivo y energético. Con el estómago lleno, todos se congregaron en el patio central, donde entonaron con orgullo las canciones de los himnos nacionales de cada país, un emotivo acto de diversidad y unidad.

Luego, cada uno de los grupos se dirigió a su respectivo salón de clases para empezar con la rutina académica diaria, adaptándose poco a poco a las exigencias de sus materias y a la particular forma en que los profesores explicaban sus clases, buscando asimilar cada nuevo concepto con entusiasmo y dedicación.

Las materias se impartían dos veces a la semana, lo que permitía a los estudiantes consolidar sus conoci