Mundo de ficçãoIniciar sessãoMatilda por otro lado, fue a una de las terrazas a terminar de estirarse, estaba realmente agotada de estar sentada prácticamente todo el día.
Estando ahí se apoyó en el pasa manos, admirando la vista a la ciudad.
De repente, sintió un par de brazos que se movían como serpientes alrededor de su cintura, por un momento creyó que era Josué, pero sintió el perfume de Miguel.
Intentó empujar sus manos, pero su agarre era realmente fuerte. Miguel le dio un beso en el hombro que estaba al descubierto, “No te hagas la difícil mi Mati.”
“Qué asco Miguel, ¡Suéltame!”
Matilda comenzó a sacudir su cuerpo, intentaba empujar los brazos de Miguel, lo que fuera para soltarse de su agarre.
Por su parte, Miguel la sujetaba aún más fuerte, “No Matilda, no me iré de aquí hasta que me des una nueva oportunidad.”
La contraminó con más fuerza hacia su pecho.
Matilda estaba furiosa, pero con la fuerza de Miguel se sentía impotente, “Miguel, cuántas veces más tengo que decirte que no. ¿No has entendido?” él la voltea para quedar cara a cara.
“Solo lo dices porque estás dolida. Eh… Mi bonita coincidencia… ¿Viste mi en vivo?”
Matilda pensó por un momento, entonces sí había sido para ella esa canción, pero sacudió su cabeza en negación, “No Miguel, tú y yo, ni para atrás ni para adelante.” Sus ojos mostraban la misma determinación que sus palabras.
Miguel sintió una sensación de vacío en su pecho “Tita, si no es por trabajo no me hablas, no me miras… Me has hasta bloqueado…”
Matilda lo miró con determinación, “Miguel… es que lo nuestro terminó en cuanto cruzaste la línea con alguien más… No amistad, no relación, no nada.”
La mirada de Miguel se tornó un poco triste y nostálgica, “Mati… dame la última oportunidad, ¿Sí?”
Matilda suspira resignada, “Miguel, honestamente… Ni siquiera hubiéramos comenzado, fue un error desde el inicio… Ya no hay más que hacer…”
Matilda siempre pensó que tener una relación amorosa con un amigo, arruinaba todo, lo que pasó con Miguel fue prueba de eso. Una vez terminaron era muy difícil que volvieran a ser como antes o lo que fuera, solo no quería tener nada que ver con él.
En ese instante la mirada de Miguel cambió, sus ojos mostraban una furia jamás vista anteriormente.
“¡Aaah!” Grita Matilda.
Miguel la había empujado y acorralado, contra la pared lo que le causó un dolor inmediato en su espalda, “Repite eso.”
¿Violencia? Es algo que jamás había tenido que sufrir Matilda.
Miguel no podía creer lo que escuchaba. Después de todo, habían sido amigos durante tanto tiempo, era solo natural que el siguiente paso fuera tener una relación más formal con ella. Claro, era atractiva, pero también habían sentimientos por medio.
“Lo que oíste. No te hagas.” Dijo Matilda entre dientes. Cansada de estar en esta situación con Miguel, ¿Por qué no puede ser un rompimiento normal? Si él había seguido con su vida.
Miguel intentaba besarla en los labios pero ella movía su cabeza de lado a lado, “¡Suéltame! Esto es abuso.”
No podía creer lo que estaba pasando, realmente es como si hubiese olvidado el daño que le causó a Matilda. Lo peor, es que siendo amigos desde antes, él mejor que nadie sabe lo mucho que odia a los mentirosos e infieles, o sea: él.
Matilda no dejaba de moverse, por lo que le presionó fuertemente la cintura, tratando de inmovilizarla.
“¡Jajaja! Qué abuso va a ser, si eres mi mujer.
Acaso vas a negar que no lo disfrutabas antes…”
Matilda, siempre ha sido una persona que disfruta de las muestras de afecto de su pareja, ¿Entonces por qué ahora no lo quiere? No era ella la que siempre andaba buscando besos y abrazos y no se conformaba hasta obtenerlos, ¿Ahora ya no los quiere? Pero, es lo que la hacía más feliz.
Matilda instintivamente le dio una bofetada que lo dejó perplejo.
“Maldita perra. Te atreves a tocarme.”
“Miguel, estás loco.”
Matilda aprovecho ese instante para buscar la salida, pero Miguel fue más rápido y la agarró nuevamente por la espalda. Matilda movía sus piernas desesperadamente, dándole patadas pero él era mucho más fuerte y la dominaba.
Hasta que la tiró al suelo.
¡Ow!
Una vez ahí tirada en el suelo, Matilda entró en pánico, al ver el cuerpo de Miguel sentándose sobre ella, con las manos en su cuello queriendo estrangularla, “Matilda, te doy una última oportunidad. Ven a mi, te arrepentirás luego.”
Coff, coff.
La vista de Matilda se comenzaba a nublar y en su mente lo único que pensaba era ¿Es así cómo voy a terminar? ¿Sin disfrutar mi vida? ¿Sin conocer el amor de verdad? ¿En manos de este lunático?
De verdad, qué arrepentida estaba de haber tenido una relación con el obsesivo de Miguel.
Anteriormente, él no había llegado a este punto en sus relaciones, pero, era un hombre que no aceptaba fácilmente un no como respuesta. Era como un perro faldero, estaba a su lado hasta conseguir lo que quería.







