9.
En cuestión de segundos Matilda sintió que todo el peso de Miguel se había esfumado, inmediatamente se sentó, masajeando su garganta y tosiendo bruscamente, buscando aire.
Jamás había estado tan feliz de poder respirar.
Sus piernas se sentían débiles, sin fuerzas para ponerse de pie.
No fue hasta que alguien la levantó del suelo y la ayudó a sentarse en una banca que estaba cerca. Logró ver a Miguel siendo arrastrado por los guardias del edificio.
Su corazón estaba extremadamente agitado y su garganta, se sentía que la quemaba, tosía una y otra vez, pero sentía que se ahogaba, “Matilda, mírame.”
Entonces Matilda recobró un poco el sentido, mirando a los oscuros ojos del hombre frente a ella. Mariano estaba preocupado, “Respira.”
La preocupación de Mariano era evidente, sus manos estaban algo temblorosas, su ceño fruncido, su respiración un tanto agitada.
Una de sus manos le tocó el cuello, revisando las marcas que dejó Miguel, ese desgraciado las va a pagar. Las marcas poco a poco se