CAPíTULO 2

Caminé lo más rápido que pude de aquel corredor, en realidad no sé porque estaba molesta que a mí amiga le gustara mi hermano, mí único hermano, si por mi fuera lo cambiaría por un paquete de cigarrillos, pero quizá era el hecho que me lo contara como si nada, como si no tuviera importancia. Además, tenía miedo de que mi hermano le rompiera el corazón. Él era el capitán de waterpolo, algo como un capitán de quinta o de pacotilla, pero aun así tenía mucho existo con las chicas. Sí, en absoluto era el tío más popular porque técnicamente era deportista, atlético, guapo y súper superduper simpático. Lo único que tenía mi hermano de desagradable, era su mal humor por las mañanas, sería capaz de darte una patada en el culo con tal de seguir durmiendo, y que no le rompan los huevos, pero después de eso, es bastante agradable.

Al llegar al comedor me di cuenta que se me había ido el apetito, aparentemente enterarte que tu amiga quiere con tu hermano es suficiente como para no querer comer. Di media vuelta para ir al baño, trate de escabullirme entre los demás para que Lori no pudiera verme. Estaba muy molesta.

Al llegar, mire hacía todos lados para ver si no había moros en la costa, pero efectivamente estaba sola. Saqué mi paquete de cigarrillos para prenderme uno, cada tanto cuando agarraba un ataque de nervios viene bien un cigarrillo encontrar algo de calma. Le di una pitada mientras observaba el baño, las puertas, los azulejos llenos de escritos obscenos, groserías, e infinitas burlas a todas las chicas/chicos del instituto. Algo que me intrigo bastante fue leer algo muy interesante:

«Marco, me gustas muchísimo, estoy coladisima por ti… te quiere: Mey»

Comencé a reír tanto que por un momento casi me ahogo con el humo de mi cigarrillo. Sí, me parecía completamente gracioso que una chica escribiera algo de un chico en el baño de mujeres. Claramente, él no entraría aquí jamás, lo cual no podría saberlo a menos que se lo dijeran. Pero, supongo que lo hizo para sacarlo de su sistema, porque no le encuentro lógica.

—¡Qué estupidez! –Dije riendo mientras le daba otra calada–, ¿Quién podría hacer semejante cosa? Sí te gusta alguien debes decírselo.

Me recargué en el lava manos, mientras seguía admirando los miles de grafitis que se encontraban desparramados a los largo del baño de chicas, era increíble lo divertido que puede ser leer algo en un baño público, las personas se alocan cada vez que ven algo con su nombre, en cambió a mí me da lo mismo, total la reputación es algo que no tiene importancia.

En un momento, vi unos pies que se asomaban de bajo de una de las puertas de los baños, para saciar me curiosidad me acerque para observar más de cerca, a decir verdad me gustaban mucho sus mocasines de cuero, y pude notar parte de sus calcetines a rayas. Sin ánimos, golpee la puerta un par de veces para que saliera, pero no hizo caso alguno.

—Ya sé que estás ahí, sal –grité al otro lado de la puerta–, puedes delatarme si quieres…

Lo único que tuve como respuesta fue una risa, que para mi sorpresa era una risa algo grave para ser la de una chica. Al abrir la puerta de un empujoncito, pude ver quien se escondía detrás de ella. Me encontré con un chico sentado en el retrete de manera casual, como si no le importará una m****a, mientras una mota de rulos, color castaño, se asomaban por su rostro tapando la mitad de su cara. Sin ánimos, sopló la mota de rulos, para retirarlas de su cara, tenía una mirada irónica mientras me sonreía de lado, y yo solo me limité a verlo de arriba abajo, para descubrir que no solo me gustaban sus mocasines de cuero, sino también su chaqueta y su jersey a juego. Al verme, sin cambiar demasiado de posición, me ofreció su mano y me quedé pensando un buen rato sí debía o no tomarla.

—Soy Bastían, es un placer…– me dijo mientras me sonreía, tenía una sonrisa increíble, casi como la de los comerciales de pasta dental.

–Soy Alice –estreché su mano, y volví a darle una pitada larga a lo poco que quedaba–, ¿Qué haces en el baño de chicas?

–Soy un pervertido ¿Qué no se nota? –bromeo a la vez que salía del cubículo–, vengo aquí porque es más tranquilo que estar a fuera.

—No crees que es un poco extraño que te encuentren aquí– le pregunté intentando hacerle ver que era una pésima idea.

–Sí, pero no me importa lo que piensen de mí los demás.

Se situó a mi lado, para pedirme un cigarrillo, lo cual me pareció un trato justo para que no me delatara. La observe un poco, mientras  encendía su cigarrillo. Tenía un aspecto lúgubre, misterioso, como si no pudieras ver a través de él, y todo fuera un misterio, como encontrarlo mientras fumas en el baño de mujeres. Al sentir mi mirada, nuestras miradas se cruzaron, por un momento me sentí avergonzada por estar viendo a alguien de esa manera tan inquisidora, lo cual lo hizo reír.

—Acaso… -hizo una pequeña pausa para pensar–, ¿Te gusta algo de lo que ves?

—Qué engreído –sentí como mi cara comenzaba a arder–, claro que no, solo pensaba algo. No estaba mirándote.

—¿En qué piensas?

—En qué diablos tienes en la cabeza para venir aquí.

—No lo sé… –dijo meditabundo–, descubrámoslo juntos.

Me respondió, mientras inhalaba una gran cantidad del humo de mi cigarrillo

                      

                                                                      ***

Seguía pensativa por lo que acaba de pasarme, estar tranquila fumando como de costumbre, de repente encontrarme con alguien que al igual que yo quería estar solo, escondiéndose de alguien, tal vez solo para pasar el rato, pensar sin que nadie lo moleste. Su actitud misteriosa me intrigo un poco lejos de asustarme, era algo intrigante su manera de hablar, moverse, hasta su vestimenta, ¿Se vestiría así siempre? Como si fuera a un funeral, de aspecto algo dark pero sin todo ese maquillaje, ni esmalte de uñas.

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