Estaba dispuesto a traer al mismo infierno a la tierra.
Mi padre iba hablar pero lo paré en seco. Ya no soportaba tenerlo cerca.
–Sólo dime una cosa… ¿Por qué me enviaste a un internado en Suiza si amabas tanto a mi madre?
El silencio se hizo presente entre nosotros, como si se pudiera cortar la tensión con un cuchillo.
–¡Eso creí! – dije y luego me reí dándole la espalda.
–Hijo…
Se acercó a mí lentamente para posar su mano en mi hombro de forma amistosa, o tal vez para intentar arreglar las cosas pero lejos de arreglarlo logró enfurecerme más.
–Saca tu mano de mi hombro – conteste tajante- Sí me hubieras querido como tanto dices o sí hubieras amado a mi madre, jamás me hubieras enviado lejos de ti, y de tu “familia”. Al menos si hubieses respetado su última voluntad tal vez consideraría el hecho de perdonarte, pero… no lo haré.
Suspiro pensadamente tras mis palabras:
– Ya verás hijo… las cosas cambiaran. Quiero que tú y Adam se hagan cargo de la empresa cuando yo ya me retire.
Lo mi