Mateo
Desde que me enteré de que Anabela está embarazada, la he estado buscando.
Me llegaron rumores que estaba con su hermano en Andorra.
Viajó hasta el lugar y siempre me mantenía en las sombras a las afueras de su casa.
Pero no la miraba por ningún lado. Sigo dudando si es que está aquí.
Pero tengo que regresar; si no, Dante es capaz de mandar alguien a seguirme y darse cuenta.
Estoy de nuevo en esta casa; sigo viendo cómo la pareja se pelea; en ocasiones hasta se avientan cosas.
Entro en la casa con cuidado de no ser golpeado por algún objeto que ellos se estén aventando.
Pero no, hoy está muy tranquilo; todo parece tan raro; ¿qué pasa aquí?
Voy hacia el despacho de Dante y ahí está sentado en su silla, tomando como siempre.
—Hey, y ese milagro que no escucho gritos —le digo.
—No me lo recuerdes —dice de mala gana.
—¿Qué pasa? —le preguntó.
—Solo porque eres mi amigo, te lo contaré. Ava fue a una revisión con su doctor; fui con ella y él dijo que ella no puede tener hijos —me cuen