Valentina se sentía desubicada en la habitación de Maxwell. Observaba su entorno, tratando de adaptarse a su nueva realidad. Todo había sucedido tan deprisa que acostumbrarse a ser la esposa de Maxwell no sería tarea sencilla.
—Preferías el apartamento, ¿verdad, amor? —le preguntó a Oliver, quien reposaba en sus brazos.
De improviso, unos brazos la envolvieron por la cintura desde atrás, y un aliento cálido le erizó la piel del cuello.
—¿Aún estás molesta? —murmuró Maxwell en su oído.
—Y lo estaré durante mucho tiemp