Maxwell se encontraba en su salón arsenal, donde guardaba todas sus armas de reglamento, y mientras limpiaba el rastrillo de su pistola favorita con añoranza y anhelo de volver algún día a cumplir una misión, se perdía en sus pensamientos melancólicos.
Todo se complicaba cada vez más; la carga que su padre había dejado sobre sus hombros no era fácil de llevar, no solo por Ethan, Benjamín o los negocios, sino también porque había descubierto algo que lo llevaba a perder la fe en el mundo y en su padre, a quien consideraba un hombre intachable.
—Amigo, ¿qué harás? — le preguntó Nicholas con cejas arqueadas, después de un largo silencio.
—¿Qué puedo hacer? Esto no solo puede destruir a mi familia, sino convertirnos en traidores del país. Tengo mucho en qué pensar — murmuró apenas audible y con pesar soltó su pistola, suspirando profundamente.
—Tu padre te ha dejado en una situación muy complicada, quizás confiaba en ti al dejarte toda su fortuna a tu cargo, pensó que estabas mejor p