Accidentalmente casi convierto en cenizas mi escuela entera, es la quinta vez que me expulsan. Pero en vez de llevarme a otra nueva escuela a unas cuantas calles de distancia, me mandan a cientos de kilómetros lejos. ¿La diferencia? Que es una maldita escuela de princesa. Si, si con todo el tema de la realeza que al parecer mágicamente mis padres conocen su existencia. Y si, soy plebeya confirmado por mis ancestros. Y no, esto no es como te lo pintan los cuentos de hadas. ¿Pero sabes qué es lo interesante? Así como hay princesas entre plebeyas también se encuentran príncipes, oh si. (No se crean, pero ni por los príncipes hubiera venido por mi propia voluntad...ni por él, el príncipe aparentemente misterioso que hubiera preferido no conocer) (CORRIGIENDO ERRORES POR LO TANTO NO SE ASUSTEN SI DE REPENTE SE ACTUALIZA UN CAPÍTULO ANTERIOR, NI CREAN QUE HAY ERRORES MONSTRUOSOS TAMBIÉN )
Leer más—Si tu fueras mi hermano te dejaría caer en este mismo instante, Blake—También noto como esas palabras podrían golpearme si fuera mi padre.—Entonces me alegra mucho no serlo—sonrió lo más angelical posible, quizás algo en mi rostro pueda ablandar un poco su corazoncito y convencerlo que soy un pan de Dios.—Pero si eres su hija.Y ¡Pum! Me deja terminar mi caída soltándome como si fuera radioactiva.—¡AAUCH!Me quejo al sentir todo el césped chocar con mi espina dorsal. No fue tan fuerte pero quizás si lo exagero se tienta su corazón.
—¡No puede ser cierto, la mate! — Aunque mi cerebro está dando vueltas ahora mismo, aún soy capaz de reconocer las diferentes voces de mis amigos y justamente la de Pejelagarto comienza a desesperarme cada vez más—No fue mi intención, fue un accidente ¿Viste Tamira, cariño? ¿Todos vieron? —Ganas me dan de quitarme el zapato y devolverle el golpe, quizás y así consiga activar algo dentro de él y convertirlo en el próximo Stephen Hawking. Pero no, no a la violencia amigos— ¡Ella se cruzó!—¡Me pegaste!—¡Te cruzaste!—Y ahí te va uno de regreso, malandro— gritó antes de impulsar mi cuerpo hacia él. Pero ante
Despacio doy unos cuantos pasos hacia el camino de regreso con la esperanza de encontrarlo o aunque sea ver su silueta abandonarme.—¿En serio te has ido? — le digo a la nada — ¿Fresita? — digo una última vez. Si ha vuelto al gimnasio, de seguro está muy lejos ya.Apretó los puños tragando la saliva que se había hecho tan pesada y amarga.Doy media vuelta siguiendo el camino anterior; si me dejo sola, tampoco correré a buscarlo. Quizás se arrepintió de acompañarme. ¿Y si fui muy pesada con él? ¿Se habrá sentido mal por decirle que no a la pijamada que me estaba ofreciendo?Así como mi temor incrementa
Llegamos hasta el gimnasio, tomando como salida unas ventanas medianas en los vestidores de hombres, todas las luces de la escuela se encienden por arte de magia cuando estoy tratando de decidir si caer en un arbusto llenos de flores, que no se si tienen espinas, o directamente al césped y fracturarme un hueso.—¿Ya te arrepentiste? — lo escucho desde el otro lado.—Simplemente estoy planeando la estrategia—musito con un pie fuera de la ventana y el otro aun en los vestidores. No es tan alto, pero prefiero el árbol y mil veces volver a saltar al vacío con un colchón de agua esperándome.—Bájate, saltaré yo primero.—No es que tenga miedo—
—Pero es injusto—reniego como por cuarta vez, ahora tratando de sonar convincente por una vez en mi vida—es totalmente injusto tenerme aquí y chantajearme con comida—No sé cómo llamarle a este sentimiento de querer estar aquí y a la vez no.—¿Qué es injusto? — dice el renacuajo tan tranquilo e inocente, que me lo imagino en la jefatura sentado bajo una lámpara mientras le preguntan qué adonde me tiene encerrada y convenciendo al policía que es totalmente impune.Me estoy llenando de impulsos que sé que, si los dejo salir, todo esto acabará mal. Intente, enserio intente estar aquí por cinco minutos y no funciono. Quien sea que sea mi ángel guardián esta despedido.
Sostengo su mano derecha mientras me dejo arrastrar nuevamente por los pasillos de la escuela. Espero no arrepentirme de esto, simplemente quiero hacer callar mi estómago y darle algo que comer, si es posible que sea digno de dioses.Ya no tengo a Belmont en mi hombro dándome ideas tentadoras, ni el ángel de Stephen tratando de convencerme de hacer el bien, desaparecieron en el momento que acepté venir con el mismísimo dueño del inframundo y creo que eso es mala señal.De vez en cuando Dareh voltea a verme, con una sonrisa en el rostro como si fuera un niño con su nuevo juguete llevándolo a casa por primera vez.Lo que hago por comer bien una noche en mi vida...¡Ens
Último capítulo