No interesaba cuanto los sujetos gritaran, Leonardo estaba en modo despiadado y eso nadie podría detenerlo, no son su reina.
Cada uno que se lanzaba para querer detenerlo era repelido por el hombre que con puños o balas certero les cortaba la existencia.
Su único objetivo era su mujer y sin ella o se iría o dejaría de mandar al infierno a quienes estaban en el sitio.
Todos estaban decididos a darle de baja, sus jefes lo demandaron, pero no sopesaron con que Leonardo jamás estaría solo.
Joseph se dió cuenta del francotirador y en cuestión de segundos escaló el árbol para salir en la espalda del tipo que tenía a su hermano en la mira. De una patada lo lanzó al suelo, en donde el perro hizo su trabajo.
__ ¡Sabes que hacer! - le dijo a Sara dejando caer el rifle, mientras cayó al suelo para ir por el siguiente.
Sara no perdió el tiempo y para cuándo el lente de largo alcance estuvo en su ojo se aseguró de que su esposo tuviera la ventaja. Ahí estaba, un Leonardo furioso porque no veia