Marina estaba en el colegio de las niñas, en la junta de padres por el próximo viaje de despedida de curso.
—Haremos un viaje a Key West este fin de semana, se les enviará por correo el total de gastos para cubrir, y podrán acompañarnos ambos padres de familia, si así lo desean. ¿Alguna duda?
—Ninguna duda, directora, nos ha quedado claro.
Esa voz impactó a Marina, al levantar la vista pudo verlo, Demetrius Vicent ahí, con su magnífica presencia arrogante.
Ella desvió su mirada.
La junta terminó y salieron de ahí.
—¿Qué haces aquí, Demetrius?
—¿Qué hago? Bueno, supe de la junta por las niñas, y quise venir, será un magnífico viaje.
—Sí, pero tú no irás.
—Como de costumbre, te equivocas, querida, iré, y tú también, tenemos dos hijas, debemos ir los dos.
Ella lo miró incrédula, pero supo que tendría que aceptarlo, ese hombre era terco.
—Buenos días, ¿Ustedes son padres de Mady y Ady?
Demetrius fijó sus ojos en ese hombre, su porte altivo, y un tono de voz fuerte le dio mala e