—Hoy después de tanto eres mi esposa, así que no pude evitarlo. — Se inclinó un poco y rozó el borde de sus labios con mucho cuidado. — ¿Entonces ya podemos besarnos? Estaba tan cerca de su boca y aún preguntaba eso, ¿no era un poco tonto hacer este tipo de preguntas? Clarissa pensó que su primera impresión de Giovanni no había sido un error. "Un lobo disfrazado de caballero", "un tipo elegante con alma de pícaro", esas frases le quedaban perfecto. Sintió que la cara le ardía, su respiración estaba descontrolada y cerró los ojos sin querer mirarlo. — ¿Entonces qué le parece si nos besamos, mi esposa? Seguía preguntando, como si solo esperara su permiso para hacerlo de verdad. — Somos marido y mujer... Su voz fue un susurro, pero eso ya era una respuesta. Giovanni sonrió. — ¿Eso a un sí? Clarissa apenas murmuró un "sí" y él no esperó más. Se acercó otra vez y la besó. Clarissa se quedó quieta, sorprendida, pero poco a poco empezó a relajarse. Él pasó una mano
Clarissa ya se imaginaba de quién hablaba Giovanni, y no quería más líos con Luca, así que asintió sin dudar.—Vale, vale —dijo Giovanni con una sonrisa tranquila.La besó otra vez antes de sentarse de nuevo, abrir la puerta del carro y bajarse.—Espera un momento... —Clarissa respiraba agitadamente, mientras le agarraba la manga de la camisa.—Señor San... —No había alcanzado a terminar cuando, recordando lo que pensaba de esa forma de llamarle, se corrigió de inmediato:—Gio, estoy un poco nervosa a decir verdad.—¿Tú crees que los abuelos me van a aceptar? —Sí que se notaba inquieta.Ya se habían casado, pero, aún así, esa duda permanecía.—¿Por qué sigues dándole vueltas a eso? —preguntó Giovanni.—Los abuelos seguro te van a adorar.—Te lo juro por Diosito. —Le pasó la mano por la cabeza, como queriendo tranquilizarla un poco.Hasta ese momento, Clarissa no se había dado cuenta de lo mucho que le gustaba a Giovanni demostrar cariño desde que se casaron. Pero, esos gestos siempre lo
Giovanni pensó que su hermano era capaz de hacer algo tan ridículo.—¡¿Qué estás diciendo bobo?! —La señora Santoro, claramente molesta, miró a Roger y luego, con voz algo temblorosa, preguntó:—Giovanni, no te atrevas a mentirme... ¿la contrataste...?Hubo un silencio total por unos segundos.Sí, nadie esperaba que esto pasara.—Roger, ¿acaso a los actores pueden dejar de actuar un segundo y tomarse las cosas en serio? —Giovanni dijo en voz baja.Roger no pudo aguantarse:—¡¿Cómo no iba a pensar lo peor?! ¡No te veíamos por ahí con muchachas, y de la nada traes una esposa!Eso sí que los agarró desprevenidos.Giovanni se puso serio y levantó la mano de Clarissa.—Me casé con Clarissa, en serio. Hoy fuimos a registrar nuestro matrimonio —dijo sin titubear, levantando su mano y la de ella para que la abuela viera bien su anillo y el de él.La señora Santoro aún no había tenido tiempo para alegrarse cuando Roger lanzó un comentario que cayó como cubetazo de agua helada:—Lleva un anillo.
—¡Maldito mocoso! ¡Siempre con estas sorpresitas! ¿No te da miedo que me dé algo por la impresión? ¡Casi me matas!La señora Santoro estaba tan feliz de golpe que sentía las piernas débiles, y ni siquiera quiso pararse del sillón.—¿No podías avisarme antes? —lo regañaba con una sonrisa enorme en la cara.—¿Apenas hoy se casaron? ¡¿Dónde está el papel?! ¡Quiero verlo ya mismo!Giovanni sacó el acta y se la mostró.Ella la abrió, con una sonrisa que no se le borraba:—¡Mira nomás! ¡Mi nieto y mi nuera! ¡Qué bien se ven juntos, parecen hechos a la medida! ¡Nadie les gana como pareja! ¡Tuve que esperar un montón, pero valió la pena con esta nuera tan linda!—¡Lola, tráeme té! ¡Quiero que mi nuera me sirva el primer té! —ordenó emocionada.Giovanni notó que Roger se acercaba disimuladamente, con ganas de chismosear, así que le habló directo:—Ven, ayúdame con algo.Pero Roger se negó directamente:—Estoy muy ocupado ahora.Estaba demasiado entretenido viéndolo metido en ese lío.—¿Y ahora q
Roger se acercó y miró.—Eh, ¿ese de ahí no es Luca? ¡Hermano... no me digas que es verdad!¡Ya no solo te robas la esposa a otro, también te pones a recortar fotos a escondidas! ¡¿Qué sigue, pegarlas en la pared y hacer muñecos, o tirarle dardos?!Las fotos venían de revistas de chismes, y Roger pensó: No puede ser... ¿se volvió loco?Lo miró con cara de pesar, intentando hacerlo entrar en razón.En silencio, Giovanni se sentó y se rio.—¿Todavía quieres tu carro?Roger agarró una foto sin decir nada y empezó a recortarla.¿Luca? ¿A quién le importa ese imbécil?¡Que no haga estorbo mejor!Cuando terminó de recortar la imagen de Clarissa, Roger señaló la de Luca.—¿Y esta? ¿Qué hacemos con la cara de ese tipo?Giovanni, al oír que lo llamó "idiota", asintió.—Déjala ahí —movió la foto de Luca a un lado y terminó de recortar otra. También dejó la de Luca encima.Roger no podía quedarse callado, así que mientras cortaba, habló:—Hermano, en serio no entiendo por qué te molesta tanto. ¿Qu
Lola agarró el plato y notó que estaba lleno de cenizas. Pensó: ¿Qué diablos andaba haciendo Giovanni con esto? Pero, como no era cosa suya, no dijo nada. Aun así, no podía dejar de sentirse intrigada.Cuando Giovanni volvió a la sala, vio a Clarissa sentada con un álbum enorme en las manos.Se acercó y se sentó a su lado, viendo que el álbum estaba lleno de fotos suyas, sobre todo de cuando era niño.Giovanni sonrió, y con una mano le acarició la espalda mientras enrollaba un mechón de su cabello entre los dedos.—Ey, ¿qué tanto estás viendo? —le preguntó.Clarissa, sorprendida por el gesto, se detuvo un momento, pero luego recordó que ya estaban casados y sonrió. Lo miró, y volvió a ver las fotos.—La abuela me dijo que mirara tus fotos de cuando eras niño. Me ha tenido entretenida, te ves tan diferente... Me cuesta imaginar un día te veías así. Siempre te imaginé que eras como ahora.Giovanni sonrió con calma.—Si hubiera sido como soy ahora de niño, seguro ya me habrían llevado a u
La señora Santoro suspiró varias veces.—¡Yo sí sabía! ¡Ya te lo había dicho, esto es cosa del destino! ¡Todavía me acuerdo! —dijo emocionada.—¿En serio eras tú? ¡Había tantos niños ese día y tú escogiste a Giovanni! Quisiste jugar a casarte con él y Giovanni te siguió la cuerda. ¡La verdad parecían esposos! Tomé la foto sin pensarlo mucho —contó.—Pero, ahora, viendo esto, parece que el destino ya lo tenía decidido desde hace rato. ¡Ya se habían casado en juego, y ahora un montón de años después, están casados como Dios manda! ¡Es increíble! —dijo mientras dejaba la pila de álbumes sobre la mesa y se acercaba a ver la foto de los dos de niños.Clarissa no recordaba haberse casado de niña y mucho menos con Giovanni.No sabía por qué, pero tenía un nudo en el estómago. Lo miró.Tenía mil preguntas, pero ese no era el momento. Así que desvió la mirada hacia él, que con su cara tranquila, respondió al comentario de la abuela.—No tengo dudas, es cosa del destino —dijo Giovanni.—¿Entonces
La señora Santoro, al ver que ya se había quitado de encima una de sus mayores preocupaciones, no pudo evitar voltear a ver a Samuel.—Samuel, ahora que Giovanni ya se casó, tú ya vas para los treinta, ¿no crees que ya es hora de que nos traigas también una esposa? —dijo de forma directa.Samuel casi se atraganta con la comida, tosió un poco y contestó:—Abuela, no te preocupes, para ser sincero es que conozco a mucha gente, así que no sé a quién elegir... tal vez un día, cuando se dé, encontraré a alguien con quien haga clic. Pero si vas a preocuparte, mejor enfócate en Roger. Él vive metido en su mundo del entretenimiento, y ya sabes que por allá uno nunca sabe, puede salir con cualquier cosa. Si te vas a angustiar por algo, preocúpate por él.Roger se quedó tieso al oír eso, sin creer que Samuel lo hubiera metido en la conversación.Había pedido permiso para estar ahí, y ahora lo estaban usando como escudo humano.Lo miró con una sonrisa de fastidio y dijo:—Hermano, yo apenas tengo