— ¿Qué buenas noticias voy a tener? — Javier ni siquiera miró a la mujer a su lado, tenía la cara pálida. Desde el principio, le había dejado claro que podía darle todo lo que quisiera, y ella solo debía estar solo a su lado. No pedía nada más. No era una relación física, sino un simple acuerdo. No eran pareja, mucho menos podía hablar de algo “más” entre ellos. Giovanni notó que ella no estaba de buen humor y solo asintió. — Hagan lo que quieran, yo llevaré a Clarissa a escoger los anillos. Javier hizo un pequeño sonido con la boca mientras Giovanni ya llevaba a Clarissa al mostrador de los anillos de pareja. Los diseños eran sencillos, y a Clarissa no le gustaban las cosas demasiado llamativas. Pensó que Giovanni tampoco elegiría algo extravagante. Un anillo discreto era lo mejor. — Sé que por ahora no es ideal que uses un anillo de casada, así que puedes llevar estos de pareja. Así los demás sabrán que ya tienes esposo. Para la boda, elegiremos algo más especial. Mie
Javier nunca había usado anillos, pero el de platino que ahora tenía en el dedo le quedaba perfecto. Clarissa nunca había pensado que un hombre con anillo en la mano podía verse tan bien. Sus dedos largos y delgados resaltaban aún más con el brillo del anillo. De alguna forma, le transmitía la sensación de que él ya tenía dueña. Se quedó viéndolo un momento sin darse cuenta y, casi sin pensarlo, acarició su dedo con suavidad. En ese instante, le cayó el veinte: el hombre frente a ella ahora era su esposo. Mientras tanto, Javier estaba pagando con su tarjeta un collar y un anillo para su acompañante. Pero cuando la acompañante de Javier se volteó y vio a Clarissa, su expresión cambió. Javier nunca le había prestado mucha atención a ella, pero al ver la escena frente, su cara se puso aún más pálida. Intrigado, miró a Clarissa y se acercó corriendo. —¿Ya eligieron alguno? —preguntó, fijándose en los anillos que llevaban puestos. Giovanni pagó sin apurarse y asintió. —Jav
Algunas cosas Javier las tiene muy claras y no les da a estas mujeres ninguna fantasía, dejándolas pensar que son especiales.…Cuando subió al auto, Clarissa se sentó en el asiento del copiloto, aún un poco distraída mientras miraba el anillo en su dedo. Había estado casada con Luca tres años, y también tenían anillos de boda. Pero Luca nunca lo usaba en público, así que ella tampoco lo llevaba. Ni siquiera tenía la marca del anillo en su dedo. Ahora, sin embargo, todo se sentía diferente. — ¿Por qué estas tan distraída? De repente, sintió calor en sus orejas, una brisa tibia en su cuello y la presencia de Giovanni muy cerca, con su fragancia fresca. Clarissa se giró rápido, sorprendida. La cara de Giovanni estaba demasiado cerca y, al voltear, sus labios estuvieron a punto de tocar su pómulo. Ahora su aliento le rozaba la cara, y Clarissa sintió cómo sus orejas y su piel hervían. Estaban tan cerca que, por primera vez, al verlo a través del espejo, pudo notar la expre
Giovanni llevaba una camisa blanca. Tal vez por el calor del verano, se había aflojado la corbata y desabrochado un par de botones, dejando ver un poco su clavícula y su atractiva manzana de Adán. Las mangas estaban remangadas hasta los codos, y sus manos firmes agarraban el volante. Cada vez que lo giraba, sus músculos se tensaban y la tela se ajustaba más a su cuerpo, resaltando su musculosa figura. Clarissa lo miró de reojo y notó lo atractivo que era. Nunca lo había observado con tanta atención y, por primera vez, entendió que tenía un encanto especial. Sus ojos eran intensos y brillantes como piedras preciosas, su nariz perfilada como si hubiera sido esculpida con precisión. Siempre había escuchado que Luca era apuesto, pero al compararlo con Giovanni, se dio cuenta de que no había punto de comparación. El hombre que ahora era su esposo tenía una presencia fuerte, una elegancia natural que Luca jamás podría igualar. Clarissa no pudo evitar seguir mirándolo durante todo e
—Hoy después de tanto eres mi esposa, así que no pude evitarlo. — Se inclinó un poco y rozó el borde de sus labios con mucho cuidado. — ¿Entonces ya podemos besarnos? Estaba tan cerca de su boca y aún preguntaba eso, ¿no era un poco tonto hacer este tipo de preguntas? Clarissa pensó que su primera impresión de Giovanni no había sido un error. "Un lobo disfrazado de caballero", "un tipo elegante con alma de pícaro", esas frases le quedaban perfecto. Sintió que la cara le ardía, su respiración estaba descontrolada y cerró los ojos sin querer mirarlo. — ¿Entonces qué le parece si nos besamos, mi esposa? Seguía preguntando, como si solo esperara su permiso para hacerlo de verdad. — Somos marido y mujer... Su voz fue un susurro, pero eso ya era una respuesta. Giovanni sonrió. — ¿Eso a un sí? Clarissa apenas murmuró un "sí" y él no esperó más. Se acercó otra vez y la besó. Clarissa se quedó quieta, sorprendida, pero poco a poco empezó a relajarse. Él pasó una mano
Clarissa ya se imaginaba de quién hablaba Giovanni, y no quería más líos con Luca, así que asintió sin dudar.—Vale, vale —dijo Giovanni con una sonrisa tranquila.La besó otra vez antes de sentarse de nuevo, abrir la puerta del carro y bajarse.—Espera un momento... —Clarissa respiraba agitadamente, mientras le agarraba la manga de la camisa.—Señor San... —No había alcanzado a terminar cuando, recordando lo que pensaba de esa forma de llamarle, se corrigió de inmediato:—Gio, estoy un poco nervosa a decir verdad.—¿Tú crees que los abuelos me van a aceptar? —Sí que se notaba inquieta.Ya se habían casado, pero, aún así, esa duda permanecía.—¿Por qué sigues dándole vueltas a eso? —preguntó Giovanni.—Los abuelos seguro te van a adorar.—Te lo juro por Diosito. —Le pasó la mano por la cabeza, como queriendo tranquilizarla un poco.Hasta ese momento, Clarissa no se había dado cuenta de lo mucho que le gustaba a Giovanni demostrar cariño desde que se casaron. Pero, esos gestos siempre lo
Giovanni pensó que su hermano era capaz de hacer algo tan ridículo.—¡¿Qué estás diciendo bobo?! —La señora Santoro, claramente molesta, miró a Roger y luego, con voz algo temblorosa, preguntó:—Giovanni, no te atrevas a mentirme... ¿la contrataste...?Hubo un silencio total por unos segundos.Sí, nadie esperaba que esto pasara.—Roger, ¿acaso a los actores pueden dejar de actuar un segundo y tomarse las cosas en serio? —Giovanni dijo en voz baja.Roger no pudo aguantarse:—¡¿Cómo no iba a pensar lo peor?! ¡No te veíamos por ahí con muchachas, y de la nada traes una esposa!Eso sí que los agarró desprevenidos.Giovanni se puso serio y levantó la mano de Clarissa.—Me casé con Clarissa, en serio. Hoy fuimos a registrar nuestro matrimonio —dijo sin titubear, levantando su mano y la de ella para que la abuela viera bien su anillo y el de él.La señora Santoro aún no había tenido tiempo para alegrarse cuando Roger lanzó un comentario que cayó como cubetazo de agua helada:—Lleva un anillo.
—¡Maldito mocoso! ¡Siempre con estas sorpresitas! ¿No te da miedo que me dé algo por la impresión? ¡Casi me matas!La señora Santoro estaba tan feliz de golpe que sentía las piernas débiles, y ni siquiera quiso pararse del sillón.—¿No podías avisarme antes? —lo regañaba con una sonrisa enorme en la cara.—¿Apenas hoy se casaron? ¡¿Dónde está el papel?! ¡Quiero verlo ya mismo!Giovanni sacó el acta y se la mostró.Ella la abrió, con una sonrisa que no se le borraba:—¡Mira nomás! ¡Mi nieto y mi nuera! ¡Qué bien se ven juntos, parecen hechos a la medida! ¡Nadie les gana como pareja! ¡Tuve que esperar un montón, pero valió la pena con esta nuera tan linda!—¡Lola, tráeme té! ¡Quiero que mi nuera me sirva el primer té! —ordenó emocionada.Giovanni notó que Roger se acercaba disimuladamente, con ganas de chismosear, así que le habló directo:—Ven, ayúdame con algo.Pero Roger se negó directamente:—Estoy muy ocupado ahora.Estaba demasiado entretenido viéndolo metido en ese lío.—¿Y ahora q