Clarissa tiró del abrigo de Giovanni despacito y le murmuró al oído:
—Vámonos ya. Trátame serio.
Giovanni trataba de no sonreír, pero ella notó ese detalle.
Una de las manos de Clarissa estaba posada sobre la ropa de Giovanni. Él la agarró y entrelazó sus dedos, con una firmeza cariñosa.
No fue hasta que ya estaban sentados en el auto que Clarissa se dio cuenta.
—¿Saliste de casa? ¿Y a dónde vamos?
—Te llevo a casa de mis abuelos —le respondió Giovanni sin rodeos.
—Mis papás trajeron a Araceli.
No dijo nada sobre cómo Silvia trataba a Araceli como si fuera ya parte de la familia, ni que parecía hacer todo lo posible por emparejarlos.
Giovanni había decidido llevarla a propósito. Quería que su mamá entendiera de una vez lo que él pensaba. Pero no lo decía en voz alta para no poner nerviosa a Clarissa.
Ella, sin embargo, lo intuía. Si Araceli se había presentado en la casa, era obvio que Silvia la veía como buena opción.
Ir a esa casa y encontrarse con Araceli no iba a ser sencillo. Y m