—Mmm, la señora Santoro llamó a la abuela de Javier —Clarissa no pudo aguantarse la risa.—Nuestra abuela no puede pasar el día sin marcarle a todos los riquillos —dijo Giovanni.
Clarissa asintió, de acuerdo con él.
—Se te ve en la cara... estás disfrutando todo esto, ¿lo puedes negar? —preguntó con curiosidad.
Giovanni seguía con esa expresión tranquila y le contestó sin rodeos:
—Bueno, sí lo estoy disfrutando después de todo.
—La señora Santoro hace estas llamadas porque ya trae encima todo lo que le ha tocado vivir —explicó—. Javier no tiene otro hobby más que andar jugando a Romeo y Julieta con cualquier muchacha, y su abuela siempre le está diciendo a la mía que no tiene a nadie fijo. Y claro, después de tanto, la abuela ya se cansó y ahora se está desquitando.
Clarissa no podía culparla.
Giovanni nunca había tenido a nadie a su lado en todos esos años. Los únicos que estaban con él en el Grupo Santoro eran Salvatore y Maxence. Para la señora Santoro, daba la impresión de que Giova