Adrián Sokolov
Su respiración se agita y me acerco más a ella. Se que espera a que le diga la forma de pago. Su olor es diferente al de la primera y la segunda vez. No es desagradable.
—¿Cómo pagaré? —pregunta en un hilo de voz.
—De dos maneras, dejarás de trabajar en ese lugar y trabajarás para mi y la segunda es que vayas conmigo a Roma en unos días por cuestiones de negocios —digo y ella da un paso atrás.
—No puedo —dice nerviosa.
—¿Por qué? —me cruzo de brazos.
—No te puedo decir —dice y puedo jurar que se muerde el labio.
—Si es por tu hija, no te preocupes ella y tu madre se pueden quedar en casa de mi madre —digo y ella da otro paso atrás.
—¡No! —exclama.
—Ya sé quién eres, tienes una hija llamada Elisa, tu mamá Luisa, tienes 27 años, tienes varios trabajos de medio tiempo y te llamas Marie Johnson