—¡Ilhan! —Sylvie se desespera al escucha el estruendo, segundos después los gritos de la gente alrededor y después la voz de Ilhan hablándole a Claude.
—¿Qué pasa, Sylvie? —le dice Coraline acercándose a ella con el ceño fruncido.
—Algo pasó, se oyó como una exposición y después gente gritando… tenemos que irnos ahora —sin esperar a nada, Sylvie se sube al auto que las espera fuera de la tienda con bastante urgencia—. Llévenos a donde están mi esposo y Claude.
—Sí señora… —pero antes de partir, el hombre recibe un llamado que lo hace cambiar su expresión amable por una más fría. Cuando cuelga, las mira por el retrovisor y les dice con seriedad—. Me temo que debo llevarlas a la casa, son órdenes de Johann…
—Mire, usted a mí no me conoce, así que lo voy a ilustrar —le dice Sylvie acercándose a él entre los asientos y mirándolo directamente a los ojos—. O usted me lleva ahora mismo donde está mi esposo o yo me bajo ahora y me voy caminando, en taxi o lo que sea.
—Pero…
—Pero nada, sé per