Calista
Después de la discusión en la oficina llamé a Aetos para que estuviera presente en la cena, consideré llevarlos a un restaurante pero se vería feo no llevarlos al que era mi hogar ahora y con lo observadores que eran ellos, no podía no hacerlo.
Las camionetas nos trasladaron a la mansión Vasileiou, que cómo está común, sorprendió a mi madre por los maravillosos jardines que poseía y lo ostentoso que era su interior. Para mi sorpresa la señora Aricia bajó a recibirlos con una amabilidad que sólo vi cuando acompañaron a Aetos con la pedida de mano.
—Es un gusto tenerlos por aquí —sonrió señalando las escaleras —he pedido que nos sirvan café en el tercer piso, pensé que a Calista le gustaría esa opción debido que siempre es ahí donde recibe sus visitas.
—Gran elección, señora Aricia —miré a mis padres pidiéndole que me acompañaran.
—¿Vienes Aricia? —preguntó madre.
—Oh, no quiero irrumpir en su conversación, supongo que quieres ponerte al día con ella.
—Por favor, acompáñe