Años después...
Calista terminaba de peinar el cabello oscuro de su hija, sonrió mirándola a través del espejo admirando la belleza que poseía, en cómo sus rasgos y los de Aetos se habían combinado a la perfección creando bellezas que parecían inhumanas.
—Listo, cariño. Te ves preciosa.
—¿Le gustará a papi? —agitó sus pestañas buscando una respuesta positiva en su madre, removió sus manitas sobre el moño del vestido rosa que le habían puesto a su elección.
—Le encantará —besó su mejilla y sonrió al oír las pequeñas pisadas en el pasillo.
—¡Mamá! —exclamaron sin llegar todavía a la habitación, Calista tomó la mano de la pequeña Artemisa para ir al encuentro de su otro hijo que llegaba agitado de subir las escaleras a prisa —dice papá que te des prisa o llegaremos tarde.
—En un segundo, mi cielo —tomó el bolso de mano que combinaba con el hermoso vestido azul rey que luciría esa tarde en la apertura de la segunda fundación que creaba en memoria de su abuela —¡Listo! Andando, no hagam