Calista
—¡Despierta! ¡Es hoy, es hoy! —alguien sacudió mi cuerpo logrando despertarme de mala gana, me removí y puse una almohada sobre mi cabeza.
—No molestes —le pedí a Cyrilla, escuché las voces del resto de mis amigas y sus pasos acercándose.
—Levántate —jaló la sábana y me quitó la almohada, entre todas me obligaron a levantarme y me empujaron al baño —los estilistas llegaran en media hora, ya hemos pedido el desayuno.
Ayer en la noche llegamos a Atenas, mis amigas y mi familia me acompañaban. Miré mi reflejo en el espejo, viendo el temor en mis ojos y el nerviosismo. Abrí el grifo para mojarme la cara, quería estar bien y que no me pasara lo del día del compromiso.
Me di un baño tomándome mi tiempo mientras me preguntaba si estaba haciendo lo correcto, si esto en verdad funcionaría o sólo sería un calvario. Era inevitable no sentir temor, lo que me esperaba era incierto, tendría que convivir con desconocidos incluyendo a mi futuro esposo.
Salí en bata a la habitación, mi ma