Moros.
—Tu madre está muy disgustada contigo, hijo.
—No puedo hacer nada por ella, yo me encuentro igual. —Mi voz fue ruda y sin ninguna clase de tacto, no pretendo tener ningún tipo de compasión por esa mujer después de lo que hizo. —Lo único que puedo hacer es aliviar mi disgusto.
—¿En serio pelearas con tu madre por una humana?
—Esa humana es mi mujer, no es cualquier porquería a la que puedan pisotear. —Tome la copa ofrecida, llena del vino lujoso que solo sirven en el castillo de mi padre a base de sus gustos tan refinados. —¿Si quiera fue capaz de contarte la versión completa?
—¿Cuál es la versión completa para ti? ¿Los verdaderos hechos o lo que te contó la harpia de esa mujer?
—Quiero saber que sabes tú.
La inmensidad del comedor de mi padre no fue nada comparado al silencio de ese hombre, quien plasmó en su rostro una impacible seriedad y enojó.
Eso no podría importarme menos, después de todo no vine aqui a calmar las emociones negativas de nadie ni a escuchar versiones llen