Hardin
Ya había anochecido cuando mi teléfono sonó. Miré la pantalla y leí el nombre de Juan grabado en ella. Pensé en no contestar. Estaba tan cabreado en ese momento. Pero no servía de nada evitar hablar con él ahora.
—¿Aló? —Mi voz era fría. No tenía paciencia para sus lamentaciones.
—No sé cómo empezar. Estaba cuidándola...
—¿A quién?
—Oh, mierda... Esperaba que estuviera contigo. La busqué todo el día.
—¿Buscaste a Livy y no pensaste en comunicar que podría estar desaparecida?
—Lo siento... Ya me siento lo suficientemente culpable. Quería resolver las cosas solo —Su voz comenzó a disminuir en volumen. Su tono bajo fue reemplazado por llanto.
Exhalé mi impaciencia, mientras miraba a Livy, usando una de sus mierdas de camisones sensuales, jugando con mi hija. No tenía nada más que hacer, sino babear por ella, distante. Y estar distante era una tortura—. ¡Está conmigo!
—¿Qué? —Gritó Juan. Ahora, estaba enojado—. ¿Y no pensaste en avisarme? ¿Sabes el infierno que estoy pasando?
—¿Y q