Livy Clarke.
Hardin llevaba unos días extraño, pero intentaba ignorarlo. Quizás estaba empezando a perder la paciencia conmigo.
La niñera me alcanzó. Maive aún dormía, pero Tom... bueno, él era exactamente como Hardin. Serio y terco, se negaba a levantarse tarde como su hermana mayor. Lo miré en brazos de la niñera. Sus ojos estaban entrecerrados, casi comprimidos por el sueño.
– ¿Qué ha pasado? – Pregunté.
– Este bribón no paró de despertarse en toda la noche... – bromea con las manos de mi hijastro.
Sonrío. – Le diste trabajo a tu tía... ¿Verdad? – Extendí las manos y él echó sus brazos hacia mí. Mi voz era la más tonta del mundo y eso lo hacía sonreír. Era una gran hazaña, considerando que casi nadie conseguía realizar esa proeza. – Mamá te cuida ahora.
Maila apareció justo detrás de mí, su silla de ruedas podía moverse con los dedos, pero aún no tenía ningún movimiento en las manos. Solo su habla había regresado, hasta el momento, y no sabíamos si aún podíamos tener alguna esperan