Livy Clark— Mis ojos estaban muy abiertos. —¿No va a qué? ¿No va a qué, señor Hardin?— La voz de él estaba calma una vez más, pero él ya no me miraba. No me miraba, y ahora yo me había convertido en un fantasma, de pie en un baño sucio de café.— Yo sabía que él había lanzado aquello, pero no me acertaría. No a propósito. No cuando sabía que habría lastimado al bebé. Yo sabía que él estaba avergonzado.— Agarré un poco de papel y pasé por el suelo, limpiando todo lo que conseguí. Yo solo quería evitar que un hombre borracho terminara resbalando y muriendo de una forma tan imbécil.— Deje eso. Usted no tiene que limpiar nada.— Yo seguía encarando el suelo... mi barriga estaba en una posición incómoda, y yo me sentía como mi madre ahora. Ella siempre limpió la casa de personas ricas como el señor Hardin, hasta encontrar al señor Holloway, y entonces, toda nuestra vida cambió. Mi vida cambió, y ahora yo estoy aquí, limpiando el suelo, como ella...— ¡Está bien!— ¡Pare! —Él dijo. La vo
Hardin Holloway — Señorita Clarke, ¿me está mintiendo?— El cuerpo de ella tembló de miedo—. ¿Por qué dice eso, señor?— Dijo que no estaba con su amante. ¿Entonces por qué quiere volver a su casa?— Señor, yo solo quiero descansar en mi cama.— Yo tengo una cama óptima, señorita Clarke...— Los ojos de ella se abrieron aún más. Yo estaba tan bravo, pero casi pude reír de la expresión en aquel rostro. El hecho de que ella pensara que yo la atacaría era, por lo menos, extraño.— Señor, eso es... Y-yo... —Ella estaba tartamudeando y mirando hacia los lados.— Me acerqué. Los dos estábamos mojados, dentro de un baño frío, y por más que yo no estuviera tan afectado, aquella mujer estaba temblando. Toqué su barbilla y la obligué a mirarme—. Cuarto de huéspedes, señorita Clarke. Usted no va a dormir en mi cama.— ¡No!— No. Ni pensarlo.— ¿Por qué no? —Los ojos de ella se abrieron mucho, así que terminó de decir—. Quiero decir... No fue en ese sentido, señor. Es que su cama es grande y cóm
Hardin Holloway— Desperté temprano por la mañana. El olor del café caliente impregnaba mis fosas nasales. Entré en la ducha, y después de estar perfectamente despierto con el agua fría matutina, vestí un traje y bajé las escaleras.— Estaba a punto de sentarme en una mesa en el balcón, esperando ser servido, cuando la vi allí, sentada en el césped, usando nada más que mi camisa azul marino. Ella aún devoraba un sándwich, y miraba el paisaje del lado de al lado. Aquella mujer era tan fea, pero de alguna forma, la maternidad la había dejado linda como un ángel. Al menos era como yo la veía ahora. Y yo no debería. Es por mierdas como esas que ando soñando con algo que no debería.— Las manos de ella descendieron hacia su barriga y ella acarició al bebé. Yo necesité poner la mano en mi pecho para asegurarme de que él aún estaba dentro de mi pecho. Parecía un insulto lo mucho que ella deseaba ser madre de aquella criatura. ¿Por qué? ¿Por qué la señorita Clarke gustaba de torturarme así?—
Livy Clark— Abrí mis ojos buscando los sonidos que me atormentaron por horas. Sé que estaba soñando, pero mi garganta estaba seca, y yo sentía dolor. Tanto dolor. Toqué mi barriga y estaba todo tan quieto, tan frío. Mi cuerpo entero tembló. Perder a mi hijo sería como la muerte. Yo no podría soportar tanto dolor. ¡No este dolor!— Miré alrededor de la sala, pero yo estaba completamente sola. No había nadie allí, conmigo. Yo no tenía familia, y Juan estaba en el trabajo. ¿Pero de qué importaba? Al final, él no podría verme. Ni siquiera sabe que estoy aquí.— Estiré mi mano para tomar el agua, pero el dolor casi me mató.— ¡Oiga! —Alguien gritó caminando rápidamente en mi dirección—. Deje que yo lo tome para usted.— Aquel hombre gentil, siquiera dejó que yo sostuviera el vaso. Mientras el agua trataba de hidratar mi garganta, yo lo observaba. Su traje negro era lujoso, y yo tenía casi certeza de conocerlo de algún lugar.— ¿Dónde estoy? —Pregunté. Él sabía que yo estaba afligida por l
Hardin Holloway— Me senté en el sofá. Las cosas no estaban yendo bien. Tener a la señorita Clarke en mi casa fue la peor idea que tuve en los últimos tiempos. ¿Cómo podría confiar en que ella no era realmente una traidora? Aquella mujer había traicionado a su marido, y ni siquiera sabía de quién era aquella criatura... Aquella mujer me engañó una vez, y casi...— Respiré hondo, ingiriendo otra dosis de cualquier cosa que encontré encima de mi mostrador en la cocina mientras venía para la sala.— Miré alrededor. Las paredes vacías de este cuarto no me incomodaban. Eran mucho mejores que las fotos de la mansión que yo nunca conseguía arrancar de las paredes.— Yo sé, mi expresión cambió completamente mientras ella caminaba en mi dirección. Aquellos ojos inocentes estaban pegados a mi rostro conflictivo. Miré a la señorita Clarke y pensé que quienquiera que la haya embarazado, ciertamente había sido un hombre de mucha valentía.— Ella se sentó a mi lado, pero yo aún no había sido capaz
Hardin Holloway— Acababa de llegar del trabajo. Abrí la puerta de mi apartamento, e inmediatamente aquel olor casero invadió mis fosas nasales. Rápidamente, mi pecho comenzó a quemar. Aquella sensación de hogar acogedor no sucedía desde que mi madre había muerto cuando yo aún tenía 9 años de edad.— Mis pies parecían congelados en aquella sala, pero luego pude volver a andar. Yo conseguía escuchar cada sonido de las ollas en la cocina, y los ruidos de mis zapatos contra el suelo. Era como si todo estuviera tan agudizado y en cámara lenta que yo estuviera siendo transportado al pasado. Por dos segundos, yo me sentí un niño con su auge de la expectativa.— Expectativa...— Mis ojos no captaron una bella mujer de ojos verdes intensos en su vestido largo, moviendo las ollas con tanta elegancia que más parecía un arte. Mi visión era de una asistente fea, pero de ojos dulces y sonrisa inocente y tan... bonita. Yo solo estaba confundido, irritado, malhumorado, pero de alguna forma, encantad
— Mi sonrisa comenzó a deshacerse, mientras la de ella se establecía en su rostro. Yo ni siquiera conseguía verla fea. ¿Qué había de errado con mis ojos, al final? Parpadeé varias veces, mientras sus labios volvían a cantar, y ella revolvía cada armario nunca tocado en mi cocina. Empujé la silla y me levanté. Yo necesitaba descansar. Yo necesitaba salir de aquel ambiente, y dejar de pensar en las cosas que estaban surgiendo en mi mente. Yo con certeza necesitaba más librarme de la segunda parte.— Usted no se va a quedar para la cena.— Disculpe. Estoy demasiado cansado para eso ahora. Con permiso.— Yo sabía que ella quería continuar hablando, pero no podía quedarme. No de ese modo. Caminé hasta mi cuarto, mientras oía el suspiro de decepción detrás de mí. Era como si aquello me acompañara dentro de la cabeza. ¡Maldición! ¿Por qué resolví traer a esa mujer a mi casa? Meses sin contacto, y yo simplemente traje a Livy Clarke... Soy una broma. Yo ciertamente voy a volverme una, así que
Hardin Holloway— Pero yo no miré aquel plato. Yo simplemente no conseguía. Aquella maldita chica baja de ojos rasgados y vestido floreado en mi cocina había robado toda mi sanidad. Aquella niña fea y dulce que ya no parecía tan fea. Ella me encaraba, confusa, con su sonrisa amplia y linda, hasta que se deshizo cuando yo la toqué en la muñeca nuevamente. Pero yo lo hacía delicadamente, pasando las puntas de los dedos. Pero aquello no parecía suficiente cuando sentí el corazón palpitar. Yo quería más, y yo tendría más. Mi mano no esperó el permiso de mi cerebro para colocarse en la nuca de aquella mujer.— ¿Qué sucede? —Livy Clarke preguntó, mientras yo la sostenía firme. Yo podía notar cuánto se esforzaba para mantener el cuello arqueado hacia atrás. Los ojos de ella estaban muy abiertos, y a mí me encantaba aquello.— No lo sé... —Susurré.— Ella pareció haber encontrado gracioso cuando dije aquello, pero la confusión se estableció en aquel rostro, y una arruga se formó entre sus cej