Lo sé, pero fue usted quien lo pidió.
— Mi sonrisa comenzó a deshacerse, mientras la de ella se establecía en su rostro. Yo ni siquiera conseguía verla fea. ¿Qué había de errado con mis ojos, al final? Parpadeé varias veces, mientras sus labios volvían a cantar, y ella revolvía cada armario nunca tocado en mi cocina. Empujé la silla y me levanté. Yo necesitaba descansar. Yo necesitaba salir de aquel ambiente, y dejar de pensar en las cosas que estaban surgiendo en mi mente. Yo con certeza necesitaba más librarme de la segunda parte.
— Usted no se va a quedar para la cena.
— Disculpe. Estoy demasiado cansado para eso ahora. Con permiso.
— Yo sabía que ella quería continuar hablando, pero no podía quedarme. No de ese modo. Caminé hasta mi cuarto, mientras oía el suspiro de decepción detrás de mí. Era como si aquello me acompañara dentro de la cabeza. ¡Maldición! ¿Por qué resolví traer a esa mujer a mi casa? Meses sin contacto, y yo simplemente traje a Livy Clarke... Soy una broma. Yo ciertamente voy a volverme una, así que