MOLLY DAVIS
—¡Perfecto! Las cosas se empiezan a acomodar para nosotros, ¿no crees, hijo? —dijo el señor Makarov lleno de alegría, dándole una palmada en la espalda a Alexei mientras él no podía dejar de verme con reproche, como si hubiera arruinado todo—. Hablaré con mi abogado para que agilice los trámites.
De esa manera el asqueroso señor Makarov abandonó la habitación dejándonos solos con un silencio que parecía cortar el aire.
En cuanto yo bajé la mirada, él explotó.
—¡¿Qué mierda fue eso?! —gritó furioso tomándome por los hombros y sacudiéndome—. ¡¿Quién carajos te dijo que casarnos era la solución?! ¡¿Estás loca?!
—Me estás lastimando… —susurré y, como si mi piel quemara, me soltó antes de alejarse. Froté mis brazos mientras mi mirada rota lo esquivaba—. Fue lo único que se me ocurrió para no terminar en el cuarto de tu padre.
»¿Crees que es mi sueño casarme con alguien como tú? —Recobré la furia que me caracterizaba. Volvía a ser esa fiera necia y maleducada.
—¡Tenía todo ba