ANDY DAVIS
Desperté con el aroma dulce de «hot cakes» en el ambiente. Cuando me di cuenta ni el bebé ni Damián estaban en la cama. Alcancé el reloj sobre mi mesita de noche, aún era demasiado temprano. Me arrastre pesarosa por la cama, me senté en el borde por largos minutos mientras mis manos descansaban sobre mi vientre.
Recordaba lo agotador que era estar embarazada, cuando tenía a los mellizos en mi vientre el cansancio era doble, pero de la misma manera tenía que trabajar el doble. Ahora tenía a Damián, que me ayudaba mucho con los niños y la casa, no cabía duda de que tener una familia en equipo era más conveniente.
Me arreglé un poco el cabello antes de bajar las escaleras, encontrando a los mellizos desayunando, ya bañados, vestidos y hasta perfumados. Victoria tenía una coleta chueca con el moño al revés, pero estaba orgullosa y la lucía moviendo su cabeza para que su cabello se balanceara. Para ella era toda una experiencia que su padre la peinara. Ya me había invitado ante