CAMILLE ASHFORD
Durante todo el camino Lucien fue acariciando mi cabello, jugando con mis manos, entrelazando sus dedos con los míos y acercándolos a sus labios. Decir que estaba consternada se quedaba corto. Un día amenazaba con hacerme infeliz antes de matarme y al día siguiente parecía… cautelosamente cariñoso. Era una ternura fría y confusa la que expresaba hacía mí. Como si aún me odiara, pero no estuviera dispuesto a privarse de esos pequeños placeres.
En cuanto llegamos a casa, de nueva cuenta me tomó en brazos, insistiendo que debía de guardar reposo absoluto.
—Si tienes miedo de que te acuse con la policía por violencia doméstica… —rompí el silencio con mi incertidumbre, pero él soltó una suave risa, con una voz profunda que parecía brotar directo de su pecho.
—¿Crees que me da