La tarde gris se filtraba por las cortinas del departamento cuando la tetera comenzó a silbar. Isabela levantó la vista de su computador, donde tenía abierto el archivo de Excel que se había vuelto su brújula: "Fondo_Bebé". Los números eran claros: el mes cerraba justo, pero cerraba.
Había creado una hoja nueva tres días atrás, después de la visita al hospital. Vitaminas prenatales, consultas médicas, ropa que tendría que comprar en los próximos meses. Cada mpvimiento calculado, cada gasto proyectado. Era su forma de mantener el control cuando todo lo demás se tambaleaba.
Sofía llegó con una bolsa de papel que contenía pan fresco y frutas. No preguntó nada al entrar, solo se dirigió a la cocina y comenzó a preparar té para ambas. Conocía esa rutina: cuando Isa tenía el Excel abierto en la mesa del comedor, significaba que necesitaba hablar de números para procesar emociones.
—¿Cómo va el presupuesto? —preguntó Sofía, sentándose frente a ella.
—Ajustado, pero aún manejable —respondió I